martes, 22 de noviembre de 2016

Tripándolo Finamente


Me comentaron el viernes pasado que parece que la mayoría de los conciertos a los que he asistido en el Potemkin últimamente no han sido de mi gusto por lo que comento tanto dentro como fuera del blog.
Puede que sea cierto, puede que no, puede que siempre acabe demasiado patas arriba como para emitir un juicio mínimamente fiable, o puede que mi cerebro esté siendo manipulado por los reptilianos, esa raza malvada compuesta por individuos que se sientan en torno al candente núcleo terrestre calentándose las manos mientras hablan de banalidades porque no se tragan los unos a los otros.
Quien sabe, puede que todo eso sea cierto, puede que todo sea mentira. Lo que sí es cierto es que el concierto de The Limboos me encantó. Y lo de los reptilianos, eso también es cierto.

The Limboos.. Big Chef

Lo que escuchan es tal cual lo que se escuchó en el concierto. Tienen uno de los sonidos más limpios que he escuchado en mucho tiempo y una precisión de reloj suizo entrenado por oficiales prusianos.

Pero lo que verdaderamente me gustó fue que su inesperada cualidad hipnótica combinada con el bebercio y el fumercio me tuvo medio concierto en trance y saltando de revelación mística a iluminación trascendental las cuales, como cuando tuve un arrobamiento cósmico todo puesto de rulas en una sesión de Sven Väth, me hicieron replantearme cómo estoy enfocando mi vida en general ahora mismo. Sí, amigos, aparte de una masacre de músicos este año no está siendo gran cosa para mí.

The Limboos.. Space Mambo


¿Ven lo que decía del sonido hipnótico?

En resumen: muy buen concierto, muy buena tripada y muy largas las piernas de la batería.
No, en serio, piernazas, parecía una garza.

Bonus Track

Sven Väth

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